Cuando Muere un Asesino

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Desde Fundación Internacional Bases hemos visto mucho. Quizás demasiado. Hemos visto gobiernos abusivos. Hemos visto gobiernos mentirosos. Gobiernos corruptos y saqueadores. Hemos visto el auge y la caída de autoritarismos. Hemos visto gobiernos asesinos. Hemos visto el triunfo de esperanzas democráticas. Todos hemos visto atrocidades y maravillas. Pero el espectáculo decadente del sábado 26 de Noviembre del 2016 permanecerá tristemente en nuestra memoria.

La muerte del dictador cubano Fidel Castro despertó una avalancha de honores y saludos. Desde el Primer Ministro de Canadá hasta el Presidente de la Comisión Europea, pasando por el Presidente norteamericano, numerosos líderes mundiales han expresado con afecto y congoja, incluso con amistosos apodos al “comandante”, sus condolencias por el fallecimiento. Quizás nos sorprenda con especial tristeza las expresiones y la anunciada asistencia al servicio funerario desde gobierno y la cancillería de Argentina, país que nos vio nacer allá en 2004 como fundación. Solo en el Presidente electo de los Estados Unidos hemos encontrado palabras de coraje que pueden reflejar la verdadera naturaleza de quien ha fallecido.
Es por esto que desde Fundación Internacional Bases, miembros orgullosos de RELIAL, deseamos sostener nuestro más férreo repudio a todas las expresiones de afecto y homenaje a quién fuera el dictador ininterrumpido de la isla de Cuba por 49 años. Fidel Castro es el responsable máximo de atrocidades en nombre del socialismo entre las que se encuentran el asesinato, encarcelamiento y fusilamiento de oponentes, eliminación de la libertad de prensa, reclusión en campos de trabajos a homosexuales, destrucción de la economía cubana desde los primeros puestos de desarrollo en América Latina hasta ocupar los últimos, persecución religiosa y violación de derechos y libertades civiles básicas (sin olvidar el envío de tropas a guerras extranjeras así como la cooperación nuclear con la Unión Soviética que bien podría haber valido una guerra atroz). Los millones de refugiados en EEUU, los miles de balseros que han escapado de la isla y otros tantos disidentes que aún resisten desde dentro han dado testimonio de estas atrocidades.
Ante la muerte de un genocida, un dictador, ya sea Hitler, Mussolini, Stalin, Videla, Pinochet o Kim Jong-il, las condolencias deberían sonar ridículas, vergonzosas. Cuando muere un asesino no se lo honra. Tampoco se festeja. Se recuerda a sus víctimas con dolor, y un puñado de esperanza en que el futuro cuide más la vida humana.
En memoria de los 10.723 asesinados por el régimen comunista castrista, los 78.000 muertos intentando escapar de la isla, los 14.000 fallecidos en las intervenciones militares en el extranjero, los 5.300 que murieron en la rebelión de Escambray (mayoritariamente campesinos y niños) y aquellos 1.500.000 exiliados que aún esperan justicia así como el grueso de 11.000.000 de cubanos que permanecen en la isla semi desempleados, con pésima salud y condiciones de vida, prostituyéndose con cuanto turista encuentran para llegar a fin de mes y completar en el mercado negro las míseras raciones de comida oficiales.

Las opiniones expresadas en artículos publicados en www.fundacionbases.org no son necesariamente las de la Fundación Internacional Bases

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